jueves, 13 de agosto de 2020

Corona de Nuestra Madre y Señora del Patrocinio. 1984


Corona realizada en metal sobredorado con apliques de metal plateado en el canasto. Éste tiene forma troncocónica y su aro está recorrido por la inscripción que aparece en el escudo de la Hermandad : DEDISTI PROTECTIOMES SALUTIS TUAE. La ráfaga es recorrida por un baquetón emperlado sinuoso, que circunda una ornamentación barroca de roleos y acantos. Todo rodeado por rayos que sustentan un total de veinticuatro estrellas, y remata el conjunto una cruz.
Realizada en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos como trabajo final del último curso.





La primera. En 1984 estaba en el último curso de la Escuela de Artes Aplicadas de Sevilla. Tenía que hacer un trabajo final en mi especialidad y pensé que lo mejor sería hacer una corona para una Imagen de tamaño natural, mira por donde. Por aquel entonces era prioste de mi hermandad de la Expiración de Triana y decidí que la corona sería un obsequio para la Virgen del Patrocinio, con el beneplácito del resto de la Junta de Gobierno y la ayuda material de un grupo de hermanas que costearon el dorado de la misma. La hice en los últimos meses del curso con un diseño mío y bajo la dirección de mi profesor don Fernando Marmolejo Camargo, que además había sido el autor de la corona de oro de la Virgen y de la que usaba de camarín por aquel entonces, la primera que tuvo la actual Imagen. Cuando la tuve terminada la llevé al estudio de Pepe Garduño en la Plaza de la Magdalena para que le hiciera una foto de estudio, que es la que se ve en primer lugar. Después tuvo lugar la bendición y estuvo en uso durante un tiempo. La segunda fotografía es del Quinario de 1987 y apareció en un libro publicado en 1992 por la editorial italiana Bonechi con textos de José María de Mena. Es una pena no tener más fotos de aquel altar, uno de los que mejor recuerdo tengo de mi paso por la priostía. Desgraciadamente la corona cayó en desuso poco después y la última vez que la vi estaba un poco arrumbada en un rincón y alguien le había quitado el escudo central del canasto. Aún quedaban algunos años para que la Hermandad me encargara la actual corona de camarín, pero esa es otra historia.


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